Luis Fernando Iribarren, el quintuple homicida de San Andrés de Giles, se fugó de la cárcel donde cumplía una pena máxima por el asesinato de su madre, su padre y sus dos hermanos en 1986,  sumado el de su tía en 1995.

Según fuentes oficiales, tenía el beneficio de salidas transitorias para estudiar en La Plata, pero en el día de ayer no regresó y se fugó. 

El próximo sábado se cumplirían 29 años de su reclusión en el penal N° 12 de Gorina (La Plata) donde el «masacrador de San Andrés de Giles» estaba alojado, llevaba su vida y estudios ya que hace años había iniciado un tratamiento psicológico por propia voluntad y estudió Derecho en la Universidad de La Plata. El juzgado lo había habilitado a salidas transitorias para cursar sus estudios, monitoreado.

Los Hechos
El primero de los casos que se le imputaron ocurrió a fines de julio de 1986, cuando Iribarren mató a su padre, Luis Juan Iribarren, de 49 años; a su madre Marta Langebbein, de 42, y a sus hermanos Marcelo, de 15, y María Cecilia, de 9. Los asesinó de un balazo de carabina calibre 22 en la cabeza a cada uno y los enterró en una fosa a 40 metros de la casa en la que vivían, en un campo del paraje Tuyutí, a 30 kilómetros de San Andrés de Giles.

«Todos se habían puesto en contra mío. Vivíamos en un clima de tensión y distanciamiento», declaró ante el juez de instrucción. Le dijo al magistrado que luego de matar a su hermano Marcelo, se acercó al cadáver, le cerró los ojos y le dijo: «Negro, por qué te hice esto si yo te quería».

Nueve años más tarde, Iribarren mató a su tía Alcira, de 63 años, quien padecía cáncer. «La ayudé a morir. Decidí ayudarla a terminar con ese sufrimiento», le confesó al juez de Mercedes Eduardo Costía.

Según los fundamentos de la acusación, Iribarren mató a su tía de varios hachazos en la cabeza y, luego, cavó una fosa y la enterró en el patio de la casa en la que vivían en San Andrés de Giles. Días más tarde Iribarren fue detenido por la policía y contó todo lo ocurrido.

La Sala III de la Cámara de Apelaciones de Mercedes encontró culpable a Iribarren de los delitos de «homicidio doblemente calificado por la alevosía y por el vínculo» en el caso por el crimen de sus padres y «homicidio calificado por la alevosía» en los otros tres episodios. De esta manera, el hombre de 37 años recibió la máxima condena establecida por el Código Penal, la misma que había solicitado el fiscal del juicio, Luis Pisoni.
En la resolución, los camaristas Mario Alberto Bruno, Francisco Lilo y Héctor Barreneche desestimaron un pedido de nulidad de todo lo actuado durante la instrucción, que había solicitado la defensora oficial Susana Pérez.
Además, los magistrados entendieron que el condenado era imputable, es decir, que en el momento en que ocurrieron los hechos Iribarren era consciente de lo que estaba haciendo.

 

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